Héctor Garcés
... sembrar flores
Intervención del compositor Héctor Garcés durante el "Concierto de Nuevas Partituras", acto final del Curso Copiu, del 21 de noviembre de 2008.
Queridos compañeros y profesores, estimados músicos de esta y otras escuelas, respetado público:
El momento que estamos listos para compartir, no es otra cosa que la culminación de un largo proceso iniciado el año pasado y transcurrido mayoritariamente durante este 2008 próximo a retiro.
Para quienes se vengan enterando, fue hace poco más de un año cuando llegó a nuestro país un personaje que recién bajado del avión con el que cruzó el atlántico, tomó el metro o uno de los buses del en ese entonces recién estrenado Transantiago, y preguntando preguntando, llegó a hasta este vetusto edificio del casco histórico de Santiago, alguien por ahí le había contado nuestro secreto: aquí hacemos música.
Fue entonces cuando se encontró con otro personaje, quien premunida de unas ganas absolutas por realizar proyectos que contribuyan a devolverle a esta institución el reconocimiento y prestigio que algunos parecieran afanados en borrar. No dudó en ayudar a que el viajero iniciara el plan que traía consigo: sembrar flores.
Luego vino el encuentro con nosotros, los compositores del kindergarden. Quienes fieles a nuestro estilo, no tuvimos compasión bombardeando al peregrino con nuestras preguntas sobre el medio musical europeo, que las escuelas de composición, que si conoció a Romitelli en persona, que si se practica el espectralismo en Italia, que si hay alguna beca o pasantía, etc. etc. Y de paso, cogotearlo con todos los discos y partituras que anduviera trayendo.
Afortunadamente el melenudo itálico tenía paciencia y sabía a lo que venía. Entonces tras responder a nuestro catálogo de preguntas, nos contó sobre su experiencia en la composición y cual era la razón que lo hizo embarcarse con lo puesto rumbo a Sud-América: buscar nuevos lugares y nueva gente para desarrollar su trabajo, pero me equivoco cuando digo su trabajo, porque tal como verán hoy, su trabajo se ha ido transformando en el trabajo de muchos quienes nos hemos ido sumado poco a poco motivados por un ideal. No crean que él es una suerte de ?Forrest Gump? y nosotros los pelotudos que corren detrás, porque a diferencia de ellos, nosotros sí sabemos por qué corremos, porque nuestro idealismo es un idealismo musical.
Luego vinieron los cursos y charlas de este año. Donde mágicamente, ésta y otras escuelas se convertían durante una o dos semanas en lo que quisiéramos fueran durante todo el año: lugares donde todos tenemos la oportunidad de aprender del otro, sea profesor o alumno, sea joven o viejo, tenga o no tenga título, sea o no sea músico. Los únicos requisitos eran el gusto por el diálogo y el amor por la música.
Quizá en este último párrafo resida el mayor logro conseguido por los personajes a quienes dedico estas escuálidas líneas. Ellos hicieron posible que las personas que estamos acá, en muchos casos recién nos conociéramos y luego nos pusiéramos a trabajar cada uno en lo suyo. Que nos obligáramos a crear una obra que tal vez no teníamos presupuestada hacer este año, en el caso de los compositores, dejando a un lado la tarea de contrapunto o la polirritmia marciana, porque sabíamos que en otra parte había un intérprete esperándonos. Y a su vez, que cada uno de los intérpretes que verán a continuación, se sintiera comprometido con la partitura que llegó a sus manos, y como sea, se hiciera del tiempo que nunca le sobra para estudiarla y ensayarla, dejando de lado quizás cuanto cancheo. Y así fue que a puro pulso hemos armado este concierto de nuevas obras interpretadas por nuevas agrupaciones.
Pero la historia no termina ahí, porque como el mejor de los gitanos, nuestro héroe se dedicó a visitar y a tomar contacto con otros lugares, tan próximos a nosotros, que nunca nos interesamos en mirar. Así fue como en Bolivia, Perú, Ecuador y Argentina, el protagonista que anima esta narración, se dedicó a juntar a la gente que encontró y estoy seguro que también consiguió dar vida a nueva música y más importante todavía, a que las personas vuelvan a creer en el trabajo colectivo. Todo esto sin recibir un miserable peso, ni aquí ni allá. Pero da lo mismo, porque sabemos que su motivación no ha sido el dinero, por lo demás, el oro que había en América hace rato que ya se fue a Europa.
Cuando comencé estas palabras, mencioné la frase "sembrar flores" como el plan maestro que traía bajo el brazo este jardinero del viejo mundo de quien les he estado hablado. Y la razón, es que eso ha ocurrido durante este tiempo, aquí y en otros lugares. La flor nuestra se llama Copiu y lo que verán hoy es como brota. Queridos compañeros, estimados profesores, no dejemos de darle agua, no dejemos de darle luz.
Y querida Milena Bahamonde, y querido Luca Belcastro. Gracias por este hermoso regalo.